– OBERTURA –
Como en la tierra toda,
también en el Perú LA TIERRA MUERE.
En la Tierra misma y en la historia,
PROFANADAS ambas sin clemencia.
Pero a veces se REGENERA.
En el mito y en ciertas artes.
Las de la reparación, la SANACIÓN incluso,
simbolizadas gravemente por artífices
como CARMEN REÁTEGUI:
a diferencia de tanto arte hoy convencional, oficial,
celebrado,
sus trabajos responden a la necesidad VITAL,
vitalista,
de NO SOMATIZAR sino SUBLIMAR
la enfermedad de los tiempos.
El artificio documental deviene así
ARTE SACRO.
Y ofrenda
– I –
Bajo esa palabra última
––OFRENDA––
esta exposición reúne
tres momentos ESENCIALES
de las continuas indagaciones de Carmen
sobre lo ESPIRITUAL en el arte.
Desde su visión inicial, iniciática casi,
de REVELACIÓN terrible,
ante la alameda magnífica
de árboles centenarios
que cierto alcalde de Chorrillos
ordenó ARRASAR hacia 1999,
con un ENSAÑAMIENTO
que a lo largo de quince cuadras
dejó sólo MUÑONES muertos aferrados al suelo.
Del RESCATE de esos troncos,
Carmen derivó en el 2002
una de las obras mayores de nuestros devastados tiempos:
el impresionante ÁRBOL ASESINADO
cuyos restos la artífice rescata y luego INVIERTE
para elevar a los cielos el clamor
de sus raíces trastornadas en CÁLIZ.
O en KERO, ese vaso ritual andino.
Un MEMORIAL a la Tierra que agoniza.
A la tierra que RENACE:
AGONÍA no es muerte
sino LUCHA a muerte con la muerte misma.
Y en la conciencia de ese trance
emerge la PULSIÓN RELIGIOSA.
Que es también SEXUAL:
la pugna entre EROS y THANATOS
donde se redefine de manera incesante
nuestro
DESEO
– II –
Un arte que sublima o somatiza
y en el mismo gesto entrelaza ambas efusiones.
En esas zonas LIMINARES
se ubica la obra insólita de Carmen.
Entre lo SENSUAL y lo espiritual.
O lo MÍSTICO y lo estético.
De allí, tal vez, la atención al erotismo
––DESATADO y REPRIMIDO––
en el ideal de la santidad católica.
Particularmente SANTA ROSA de Lima,
cuya corporalidad extremada
deviene la personificación
de una espiritualidad
que se quiere RAIGAL y propia:
criolla, MESTIZA, incluso andina,
en sus transfiguraciones múltiples.
Mística y CARNAL.
CARNAL y etérea,
como el lecho de rosas MUSTIAS
y el grafismo SENSUAL de cantares bíblicos
desde los que Carmen TRANSUSTANCIA
el ÉXTASIS del trance mortuorio
de nuestra Rosa santa,
plasmado en mármol por Melchiorre Cafà,
el gran escultor BARROCO italiano.
O la rosa ARDIENTE que en el cuadro de Carmen
enciende el VÓRTICE genital
del Origen del mundo,
pintado hace siglo y medio
por el realismo francés de Gustave COURBET.
Su PRECIPITADO pictórico
.
– III –
Hay una sorprendente complejidad,
secular y RELIGIOSA,
en tales desplazamientos icónicos.
Un arte SENSORIAL en extremo,
pero reflexivo y TEOLÓGICO en esencia.
Renovador y radical y SUBVERSIVO de veras
en una era consagratoria
de profanaciones gratuitas y SACRILEGIOS banales.
Las trasgresiones de Carmen
son las de un MESTIZAJE otro,
el de una obra mixta también
en sus CONDENSACIONES de sentidos,
de lenguajes, incluso de técnicas:
fotografía, impresión, óleo, talla, sobredorado,
confluyen para una reinterpretación subyugante
de la pintura escultórica de Andrea MANTEGNA,
su dibujo casi PÉTREO,
cristalizados para siempre en la admirada imagen suya
del CRISTO YACENTE.
El cuerpo carnal de Jesús
TRASTORNADO por Carmen
mediante las infiltraciones pictóricas
de MAÍCES que se traslucen o asoman
entre sus pies y entre sus piernas y en el bajo vientre.
Hasta por último materializarse
en el gran SARCÓFAGO de acero y cristal
que bajo el cuadro contiene otro SUDARIO
desbordado por choclos marmóreos.
La reafirmación ANDINA, subvertida,
del más grave ilusionismo en el MEDITERRÁNEO clásico.
Los sentidos EXHUMADOS de la tierra misma.
De la Tierra toda,
pero sobre todo de la ROTA tierra peruana:
ese lecho de maíces pétreos
es también la DISLOCADA,
la ambivalente geografía nuestra.
La PATRIA, la MATRIA,
la MADRE PATRIA,
tantas veces quebrada por la historia
y recompuesta por el Arte,
por el Mito, por el Espíritu.
SANTO
.
– CODA –
No hay Pascua de RESURRECCIÓN
sin Viernes Santo
.
( GUSTAVO BUNTINX )