(A propósito de la exposición de Carmen Reátegui)
Carmen Reátegui ha unido dos fuerzas invencibles en esta lucha contra la brutalidad: la sensibilidad estética creadora y la indignación de la protesta. Es la exposición de arte plástico una visión descarnada del cruel arboricidio que se está cometiendo en el Perú y en el mundo boscoso del planeta.
El destierro del árbol que nos presenta Carmen Reátegui es el más pérfido de los exilios: quitarle la tierra. Y allí vemos el árbol sin tierra. Las raíces sin tierra, las raíces desoladas clamando hacia lo alto, la artista Carmen Reátegui nos ha mostrado con la fuerza del arte el clamor del árbol amputado, asesinado, clamando en vano, con las raíces desterradas. Y allí está el árbol ensangrentado que exige la redención de los bosques. El árbol ensangrentado, un inocente nazareno vegetal. Y allí están los Detentes, conjunción de exorcismos de la fe popular para detener la furia arborici- da. Y Carmen Reátegui nos ha mostrado el arte como leal testimonio de los efectos nefastos de la maldad y de la codicia de los hombres y de la ineptitud e indiferencia o complicidad de los gobiernos que dejan talar masivamente e impunemente los árboles.
El árbol es una vida silenciosa. El árbol es una vida indefensa. El árbol es una vida generosa. Carmen Reátegui nos lo ha hecho sentir con su arte. El árbol es intimista vive en si mismo, es vida que medita. El árbol no tiene órganos defensivos, el árbol no tiene garras, no tiene dientes, no tiene armas de defensa y de agresión, es indefenso. El árbol vive regalando el oxigeno para respirar. El árbol es lo contrario del malvado que se llena de amargura y arroja humos tóxicos contra los demás. El árbol, por el contrario, gracias a la función de la clorofila, sustancia bellamente verde, descompone los hidratos de carbono de su sustancia misma y lo convierte en glu- cosa, azúcar dulce, para su consumo energético para vivir y exhala oxígeno para lo exterior. Se llena de dulzura en su vida interior y en cambio irradia oxigenación para la vida del mundo. Carmen Reátegui ha expresado con su arte plástico el horror que significa el destierro del árbol. Es el arte que denuncia. Y al mismo tiempo Carmen Reátegui nos ha dado con su arte una lección de amor a la vida.
Leopoldo Chiappo