Carmen Reategui

Artista Visual

La GUERRA y la PAZ

Con una libido sorprendente, CARMEN REÁTEGUI sorprende otra vez desde la juventud de sus RENOVACIONES.

Conocida primero por sus pinturas, y reconocida luego por la contundencia de algunas instalaciones ––su ÁRBOL INVERTIDO es una pieza histórica–– en los últimos años ella ha ido entrelazando esas inquietudes con un ejercicio CRECIENTE de la fotografía. Y en este proceso descubre los caminos (en plural) hacia un ARTE PARADÓJICO. Un arte documental que es al mismo tiempo la CULMINACIÓN del arte que en él se registra: manipulaciones temporales de espacios y materiales ESTETIZADOS para la obtención de situaciones efímeras pero perpetuadas por el registro digital que la impresión en gran formato MONUMENTALIZA.

Al interés formal y técnico de esos procedimientos se le suma la URGENCIA de los sentidos explorados a través de ellos. En concordancia explícita con la BELIGERANCIA de los tiempos, Reátegui tematiza las CONFLAGRACIONES múltiples que nos asolan pero desde una sensibilidad distintiva: a diferencia de tanto arte hoy convencional y celebrado, sus trabajos responden a la necesidad vital, vitalista, de NO SOMATIZAR SINO SUBLIMAR la enfermedad de los tiempos. El arte documental deviene ARTIFICIO SACRO.

Como en el díptico ESENCIAL que da título a la muestra, evocando a la figura espiritual de TOLSTOI. La guerra y la paz: una analogía tumultuosa de choclos arremolinados en sendos VÓRTICES duales, casi florales, que segregan las connotaciones VIVIFICANTES del maíz blanco y las FÚNEBRES del maíz morado, casi negro. EROS y THANATOS, bella, eróticamente articulados desde las ambivalencias múltiples contenidas en LO OVULAR Y LO FÁLICO de la mazorca ANCESTRAL.

Lo femenino y lo masculino, CONFRONTADOS pero COMPLEMENTADOS. A veces del modo más FEROZ, como en aquel otro díptico que yuxtapone una línea de cinco YELMOS distintos pero igualmente vacíos a otra de cinco mujeres ––cinco razas–– invisibilizadas por las BURKAS que sólo descubren el brillo SOJUZGADO de sus miradas. El contraste con la cavidad negra de los ojos GUERREROS es sobrecogedor. Y lo es aún más el CONTRAPUNTO entre la referencia museológica que asocia el yelmo CORINTIO a la transformación simbólica del combatiente en SEMIDIÓS, por un lado, y por el otro la cita bíblica (del libro de Corintios, precisamente) que condena a la mujer al velo como signo de SUMISIÓN. Su Misión es el título de la pieza, incorporando un crucial HIATO que es un juego de palabras y al mismo tiempo una CORPOREIZACIÓN verbal de la violencia.

Una violencia CONCEPTUAL contra el verbo mismo de la VIOLENCIA. Podría tal vez decirse que el de esta muestra es esencialmente un arte de la DIALÉCTICA. El de la ALIANZA Y LUCHA de opuestos complementarios. Dualidades que se condensan, y
se personalizan, magistralmente, en la gran fotografía melancólica del MARCHITO vestido de novia: el traje nupcial de la madre de Carmen, ajado, tendido, RENDIDO, sobre los lujos mortuorios de una negra seda inmensa. Desde la intensidad de ese ABISMO la prenda casi flamea. Como un ESTANDARTE caído. O como un DESPOJO. Sublimados, sin embargo, por la OFRENDA de flores secas y frescas que se entreveran en sus pliegues MÓRBIDOS.

La ENTREGA: una bandera de amores consumidos. Pero ELEVADOS a batallas nuevas, nuevos ARDORES.

Eros y Thanatos.

La GUERRA y la PAZ.

Gustavo Buntinx